domingo, 12 de julio de 2009

Una página en blanco en busca de un motivo o el día en el que toro salió en brazos del rodeo.


Nébula de spray, huele a pasillo de centro comercial en el que, el que, el cual, participio cargado de gestos de palabras. Un centro comercial que vendía cajas de cereales rancios traídos en camiones de EU. Unos señores vendían en un lugar que podría ser una bodega pintada un día antes de anunciarse en la radio. Podría ser también un lugar en el que trabajaban unos niños que vivían cerca de ahí en los edificios grises. No se hace muy buen dinero en esos trabajos, quizás treintas pesos. Menos el refresco y las sabritas. Esta historia es estúpida. Me desespero, me crece una montaña en la espalda, las nubes rozan mis nervios enturbiados, olas del hombro a la espalda viajan y voy respirando para poder decir esta frase. Poco a poco vuelvo a replantear el problema de qué es de lo que quiero hablar, abrieron el ruedo y entró la bestia.


Primer banderillero. Esta palabra fue siete no sé si poner sietemesina, confieso que quería decir que me tomó y me sigue tomando porque… La bestia acorraló a la palabra después de largos intentos y no la dejará, puedo sentir ese crujir de la ansiedad de los nudillos en el tecleado, y con la mesa. De qué es posible hablar. Olé. Vuelve a la pasión por el vacío, sigue viviendo el torero al esquivar la cornada del toro y lanzar esta frase afilada y puntiaguda. Está sangrando y borbotea palabras. Sí pues son muchos cuentos diferentes en los que se trata el tema del asesinato, que tiene de particular. El tema se debería de plantear en principio. El asesinato aunque ya no me acuerde nuevamente… segundo banderillero sangra el impulso del dedo. Sangre por toda la arena, una rosa el ruedo.



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