viernes, 19 de febrero de 2010

Esquizoparanoicofrénico

Esquizoparanoicofrénico


Frénico

noigo

Esquizoparanoicofrénico

Friqui


Es que quiso parar

Para no ir psiquiátrico

Frenético

Páramo

Icónico pánico

Es sónico

Neta

Zoológico cómico

jueves, 11 de febrero de 2010

Veredas

Al levantarnos sobre las dos patas traseras hemos abandonado la felicidad zoológica e inaugurado la infelicidad metafísica: ¿Cómo no ansiar algún género de eternidad? Hoy me desperté soñando que escribía un blog. Yo era la escritura de un hombre infinitamente solo. Como era hombre solitario vivía en un desierto. Todo hombre solitario empieza por grabar esa imagen en su cabeza. Su escritura descendía al abismo desde donde sueña la tierra.

Buscar lo absoluto nos trae angustias y melancolía porque no podemos aceptar el paso del tiempo, la fugacidad de la alegría, la infidelidad. Los celos son la expresión concreta de nuestra voluntad de buscar lo eterno. Lo mismo la melancolía y la depresión y la soledad son formas de resistir el paso del tiempo, de buscar la interrupción del fluir del tiempo con la muerte y su oficio de escultura de la vida. Queremos que nuestra vida termine en ese momento para que lo bello que vivimos solidifique, se tatúe en la piel y en el pensamiento.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Lecturas pornográficas

Estaba parado en medio de una sala aluzada por un lamparón que hería los cuerpos como un bisturí y dejaba al descubierto el más mínimo detalle. Dijeron en la oficina que en ese librero estaban contenidos todos los libros existentes. Sótanos y más sótanos de libros. Cogería un libro al azar, lo abriría en una página cualquiera y prolongararía su lectura sin perder un ápice el tono. Detenerse o variar la respiración no importaba mientras mantuviera el ritmo de la lectura. Valía la pena. Desde la oficina habían entregado los mil pesos. Así que, ¡ a vagar por las galerías repletas de libros que exhalaban su aliento a madera húmeda!


Eran tantos los libros que no importaba cuál escogiera. Además todos estaban forrados. Intentaría ensayar algún método de elección o algún juego que hiciera por lo menos divertida la elección. ¿El número de la casa? ¿La fecha de nacimiento? ¿Qué tal un volado? Quizás el número de la fecha de nacimiento para fijar los pasos que tenía que caminar. Y cuando el camino se bifurcaba, un volado para elegir la ruta. Pero no acababa ahí. Una vez que hubiera completado los 80 pasos volvería a jugar otro volado para asegurar que se trataba del libro indicado.


Entonces, la puerta de cristal que comunicaba con los sótanos quedo atrás. En las paredes se notaban el trabajo que la humedad hacía sobre el cemento. Las ratas y las cucarachas comenzaban su éxodo en busca de la tierra prometida mientras los pasos sonaban en la mente. En la primera disyuntiva la moneda hablo y dijo hacia la izquierda. Una especie de vértigo emergió al oler la mezcla de excremento, madera, moho y polvo de pared desprendida. Qué absurdo tener iniciativa y martirizarse de esa forma. El contrato sólo obligaba a elegir cualquier libro.

lunes, 8 de febrero de 2010

martes, 2 de febrero de 2010

Dis-curso

Enciendes la tv. Y tras días de permanecer confinado al aura ártica del cuarto y tu mente, la luz que emana de la pantalla calienta los huecos que la apatía ha dejado en tu cerebro. Como la fogata del inuit dentro de su caverna.

Han matado a nuestro hermano mayor. Nosotros lo vimos desde que empuño por primera vez la espada. Lo acogimos porque prefirió quedarse con nosotros, los afligidos, los que nada han tenido, en lugar de marchar en las filas de los dioses.

Robó el balón a los dioses y el juego hizo temblar los ordenes pétreos. Ahora la ley se mediría de acuerdo a la fuerza de los hombres.