lunes, 28 de diciembre de 2009

Happy newyear

Soy un fracaso como máquina y como humano. Incapaz de efectuar tareas repetitivas y en un orden programado. Incapaz de entender los sentimientos que dan sentido a esas tareas repetitivas y en un orden programado. Incapaz de darle sentido o una razón a esas tareas repetitivas y programadas. Incapaz de corregir el rumbo de esas actividades repetitivas y programadas. Soy un fracaso.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Topoi

3 de 3

Hace un rato que he dejado de soñar con vuelos impulsados por el aletear de mis manos. Mis tan preciados sueños de juventud. Que ahora mis sueños se me presenten tan anodinos, tan jodidamente reales como para provocar el aplauso de un Naturalista o de cualquier escritorcillo comprometido, causa una impresión mucho más duradera e inquietante que cualquiera de mis otros sueños irrealizables.

Resulta que estoy dormido mientras viajo en un vocho por una de esas carreteras por la libre, las cuales aún tenían algún misterio. No las autopistas de ahora. Pero bueno, qué derecho tiene mi imaginación rural de estropear la de los springbrakers. Despierto fuertemente impresionado por el sueño en el que acabo de presenciar cómo violaban a la mujer por la cual sería capaz de matar a alguien, claro, desde lejos y con pistola, para eso ella tendría que zafarse primero. Es sólo un sueño. Vuelvo a cerrar los ojos y ahora me encuentro en el asiento 21 de un camión que he tomado en una ciudad del Norte rumbo al Sur.

Trato de abrir los ojos pero encuentro una resistencia semejante a la de tomar una dosis de Ketamina. Esa madre se la inyectan a los animales para dormirlos. Tienes visión de lo que ocurre pero no puedes moverte. Mueves los brazos, quieres abrir la boca, se te hace chicle, babeas. Pero tienes una noción del tiempo y del espacio. Veo el interior del camión en sombras, la luz que indica la hora y el día, las siluetas de los asientos y unas figuras indefinidas de lo que parece una hilera de hombres que se han agachado entre las filas de los asientos tratando de hacer su viaje menos incómodo.

Me sorprende que siendo un camión de primera clase haya subido a esos hombres. Me resulta incomodo volver a dormir con la mirada tan cercana. He perdido también la capacidad de escuchar. Los hombres que están al lado de mí rien y gritan pero a nadie más parece molestarle. A pesar de mi desconcierto intento volver a dormir llevándome sus últimas palabras y las únicas que he alcanzado a escuchar. A qué horas sale el solecito. Por cortesía estoy a punto de contestarle pero intuyo que esa respuesta será el inicio de una conversación para la cual no tengo ánimos. Cierro los ojos y los vuelvo abrir; los hombres han desaparecido.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Tópica

2 de 5

Estiro las manos. Me encuentro sentado en el asiento número 21 en un camión que atraviesa todo el país. Los camiones siempre me han parecido lugares afines a la poesía. ¿Qué digo? A la escritura, pues. No sé si eso tenga que ver con que cuando aún cabía en los brazos de mi madre sólo conseguía tranquilizarme cuando caminaba.


Detesto la velocidad y casi se podría decir que el movimiento. Cuando tuve patineta nunca conseguí una velocidad que por los menos despertará mi interés. Siempre temí caerme entre que quedaba apoyado sobre un solo pie y con el otro me impulsaba. La bicicleta sí conseguí domarla aunque he de confesar que hay un hecho que quizás pueda arrojar más sombra a la ya de por si existente. Viví, de chico, rodeado de alambradas. Por metonimia quien lo desee podrá llegar fácilmente a los brazos de mi madre, a las cartitas de declaración, a la escritura o a mi hábito de escritura.


Por eso me gustan los camiones. Al darme la ilusión del movimiento suscitan revoluciones en mí que no podría darme ninguna droga. Ni pensar que en mi incubadora podría conseguir eso que llaman inspiración. Ignoro la razón por la que puedo imaginar historias enteras. En esas horas las palabras suceden a las oraciones, éstas a los grupos de ellas. En el camión se despierta el instinto comunitario de mis frases.


Siempre que me harto trato de hacer un viaje a donde sea. Pero el movimiento, como dije, es sólo una ilusión. Tan sólo basta cerrar los ojos para caer en los mismos sueños de siempre, los mismos personajes, las historias trilladas. Pero si algo aprecio de mi vida onírica es que sólo ella consigue un sentimiento de cierta religiosidad en mí. Creer que algún día dejaré de soñar con los lugares de los que apenas me acabo de safar me obliga a por lo menos plantearme algunas interrogantes sobre mi vida mundana.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Tópica


1 de 10


Pinche sueño culero. Me levanto con una pesadez similar a la de haber visto pornografía durante horas. Todo idiota y sin querer hablar con nadie. Cualquier intromisión irrita mi humor, pero no puedo evitar escuchar las pláticas de siempre de mi amiga y su prima sobre la comida y las quejas del trabajo de la casa. En mi cabeza aún retumban los gritos de Akita. No vayas por ahí - le dije- casi tocando la imagen de lo que venía. Pero ella se fue confiada como siempre en la fuerza de su convicción. Por más que yo le diga que las convicciones nunca puede ser más fuertes que los músculos o la pólvora.


Yo me paralice porque el mundo me pesaba. Tan sólo abrir los ojos fue suficiente para sentir la fuerza que éste nos opone. Hasta mirar resultaba un acto heroico. ¿Será que la mente o el espíritu podrían darnos una vida más rica si tan sólo viviéramos lo suficiente como para lograr una cuadrilla de personajes? ¿Cerrar los ojos y el inconciente se encargaría de convertirnos en Aliochas, Werthers o Quijotes?


No es por ser mamón pero yo no cambiaría todas mis chaquetas mentales, mis horas sentado viendo la televisión, La Strada de Fellini, Las Fresas Silvestres de Bergman -aunque sean luz tirada a lo puro güey en mi espíritu temeroso-, vagar en una ciudad desconocida por mi teatro interior.


Sé que bien le quedaría a la próxima película de paranoia espectacular hollywoodense. A lo mejor lo que sucede cuando no estoy dormido no es muy diferente de cuando no estoy despierto, aunque por lo menos puedo pasarme por los huevos todo el platonismo y encender la televisión dentro de mi cueva