miércoles, 8 de julio de 2009

Ella



II. Greyskull.

Ir a los centros comerciales cuando era niño era una aventura emocionante. Como pisar un nuevo mundo que guardaba secretos y aventuras. Imagino que así ha de haber sido para Cortés ver el nuevo mundo. Corríamos apresurados jalando de las manos a mis padres. Llegábamos ahí excitados por los relatos míticos de las caricaturas, como Cortés llegó a América al haber leido Los viajes de Marco Polo.


Y no eran suficientes las ofrendas que nuestros padres nos hacían. A pesar de sus ofensivas no podían evitar que deseáramos todo el imperio de los He-man o el de los aztecas o la colección completa de los GI JOE, o un séquito de obreros Playmobil. Debía defender el castillo de Greyskull, evitar que alguien lo tuviera antes que yo, hacer mis conquistas en nombre del dios cristiano o me condenarán al infierno y nadie vendrá a jugar conmigo. Me he portado bien, soy el mejor en la clase, un sacerdote bendice mis victorias.


Me conformo con gobernar una parte del imperio. Me han arrebatado mis posesiones porque he desobedecido al rey. Soy skeletor porque tomé los juguetes sin pedir permiso. Nadie creía en él porque era plebeyo. Skeletor quería ser como He-man pero sus padres no pertenecían a la nobleza española. Los nobles son buenos. Sólo ellos pueden gobernar Greyskull. Si Cortés quiere ser bueno tiene que dejar que el rey sea el que de las órdenes. Yo no debo patalear cuando no me compran un juguete.



1 comentario:

¿y?