jueves, 9 de julio de 2009

Alter ego


De Periqueros y Barreros.


Esa noche había salido de antro con un amigo mucho mayor que yo pero que compartía una actitud cínica ante la vida. Nada cambiará en este podrido mundo sólo las mujeres que entran a mi cuarto. La única revolución posible es la de las hormonas. Me sentiré orgulloso de la naturaleza humana cuando el alcohol y la vanidad desinhiban a la mujer que se resiste. Entonces qué onda con la Ángela. Yo creo que sí se hace. Ángela proporcionaba uno de los placeres simbólicos de dominio que un hombre puede ejercer sobre una mujer. Le entraba al albur sin darse cuenta que ya había perdido. No le importaba quedar abierta a nuestros embates verbales y le gustaba celebrarlos y hasta memorizarlos para nuevas batallas en las que evidentemente perdía.


Su cara tenía un aspecto gatuno; ojos grandes y una boca pequeña que acentuaba su falta de talento verbal y la terquedad con la que sus hormonas trabajaron la parte debajo de su cuello. Ahí residía su atractivo.


Esa noche fuimos a un antro de la Enrique Ramírez Miguel. Descendimos de uno de los tantos carruajes de los que disponemos en la ciudad justo enfrente de la puerta. Dispensamos a nuestro chofer y caminamos hacia la entrada. El cadenero, anfitrión del buen gusto, saludó con familiaridad a su escote y nosotros lo seguimos El mesero nos llevó hasta una mesa tímida y perdedora. Pero cuando de nuevo el escote le sonrió y se asinceró con él nos colocó en una mesa coqueta y al mismo tiempo altiva. Llevaba puesta un conjunto que llamaba la atención y hasta despertaba la envidia sana de sus contrarias. Una botella de Brandy reforzaba su aire desenvuelto, las coca-colas y las aguas minerales la acreditaban como parte del círculo social.


La noche avanzaba al ritmo orquestado de los top-ten. Aguijoneados por el alcohol presentábamos nuestros títulos de nobleza a mozas que deseaban reptar nuestras mesas y embriagarse de grandeza. Pero el escote, en un gesto aristocrático, estuvo a punto de enviarnos a la casta de los barreros. Hombres que hacían fila en la barra. Aquí me paro. Nos inclinamos. Permanecemos en suspenso.

2 comentarios:

  1. hey Emo¡¡¡ ¿pues donde te metes amigo? Escribes muy fluidito y vives igual....espero algún día te topes con un escote como ése, el de la peli de "everything you want to know about sex".

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  2. No le des ideas a mi alter de como llamarme. Ahorita anda lejos de aquí pero cuando regrese le paso tu recado para que vaya alistando esos corpiños gigantes. Yo nunca he logrado dominar su mecanismo de seguridad.

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¿y?