Quiso cantar, cantar
para olvidar
su vida verdadera de mentiras
y recordar
su mentirosa vida de verdades.
Plantaron una sílaba en mi maceta. Semilla del lenguaje. La regaban y la sílaba fue hundiéndose hondo surcando el interior de la maceta y tornándose frases viscosas y ciegas como topos. Devoraban el humus que Dios o mis ancestros los monos habían depositado.
Mientras las frases crecían olvidadas de la luz del sol y avanzaban subterráneas al centro de la tierra soportaban el peso de las hojas verdes y lozanas, de las flores perfumadas, de los pájaros que estallan en las mañanas. ¿Alguien gusta una manzana?
Yo.
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