lunes, 7 de septiembre de 2009

La pecera

Capítulo XIV



Entonces usted escribió la segunda mitad del libro sin saber que usted había escrito la primera parte.

La cámara me adora. Es que… Es que …es que sí hay algo que logró tocar aunque luego se borre. Bueno mi problema es que mi memoria no es muy larga. Como usted se habrá dado cuenta puedo hacer cosas mecánicas, rutinarias, nada que ocupe demasiado la mente. Comprende. La primera parte de la novela la escribí durante varios meses, hasta que un día me levanté y todo se había ido. Sólo tenía una vaga sensación de algo. No se qué era. Si un lugar al que yo había ido, si algún cambio en el ambiente, su temperatura, había algo que me estaba hablando, que me reconocía pero yo no sabía decir qué era.

Por días me pasaba leyendo el libro que había encontrado sobre mi mesa de noche. No sé porque pero me pareció absurdo lo que había leído. Al notar que eran los libros los dueños del espacio y que yo hallaba cierto placer en ello vi pasar por mis manos uno tras otro hasta que otra vez un día volví a encontrarme con el libro sobre mi mesa de noche. Inevitablemente me puse a leerlo. Me pareció un libro bellísimo. Así que decidí continuar a mi manera la historia que ese libro me había contado.

¿Qué fue lo que le llevó a escribirlo?

Es que sentía una gran aprehensión. Me había dejado picado. Era la historia de un hombre enfermo en el límite de su vida. Una abertura en la ventana del cuarto dejaba entrar las huellas del mundo. El moribundo hace una detallada, minuciosa, compulsiva descripción, un acto heroico de lucha contra la muerte y el olvido. ¿No cree? Muy Proustiano. No cualquiera lo aguanta. Puede ser fastidioso. Pero cuando se dispone de tiempo y se tienen bien aguzados los sentidos pues sí que se puede. Imagine a ese hombre en el último de sus suspiros realizar esa actividad del cuerpo y la mente que a cualquiera de nosotros nos tomaría mucha atención y paciencia. Eso es lo que yo tenía cuando me topé con el libro. Disponía de todo el tiempo y mi atención para el libro. Cada palabra se me grabó en la memoria. De las palabras hice imágenes. De las imágenes el mundo con toda su riqueza. Me pareció grandioso, casi monstruoso lo que ese hombre pretendía lograr. Al final como sabe perdió. Y por eso hay muchos espacios en la narración. Y para eso son los audios que trae para cada parte del libro. Es que al final enmudeció. Cuando llegó al jardín se quedó callado. Ya no necesitaba decir nada. Había aceptado que iba a morir y que la había pasado bien en la vida. ¿Quién necesita la escritura?

Por eso hay tanto silencio y sonidos en la novela. Porque se trata de entrar en el personaje. En su mundo espiritual. En los sonidos a los que estaba acostumbrado. Es por eso que hay mucho monologo interior. Bueno de hecho es un puro monologo interior desde que se levanta de la cama y llega hasta el jardín. La parte más engorrosa creo yo es en la que el narrador perfila la forma y volumen de las sensaciones que afectan al personaje.

Y a usted, ¿qué le deja esta novela?

Bueno pues me deja mucha satisfacción. Ahora la gente me conoce…y claro también a mis pensamientos y lo que siento…claro eso también. Me siento contento de que podamos compartir esto. Yo sí creo que es una novela un poco autobiográfica. Como sabes, yo, por mi condición, debo permanecer bajo el cuidado de otra persona. Usted se ha de imaginar el placer que me procuran los jardines, los días de campo, los ladrillos llenos de moho, lo espeso del pulque. Ay pues una infinidad de cosas que uno no ve cuando está encerrado en el cuarto. Me deja mucha satisfacción también…seguir manteniendo vivo este viejo arte de contar historias.

-Oiga, me presta donde escribir.

-¿Qué?

-¡Papel! ¡Una hoja de papel! Para apuntar un teléfono. ¿No trae donde escribir?

-Nada más un pedazo. Con este tengo.

-Nombre quédeselo. Es el de ayer. Ya ni para el baño sirve. Sirve de que me ayuda y no hago tanta basura.

-Sí está bien entonces. Usted ya lo leyó, ¿verdad? Yo casi nunca leo el periódico. Bueno a veces. Sólo la de espectáculos. Es que las otras están bien aburridas y no tienen fotos. Ya vio, aquí están hablando de un señor que escribía libros de enfermos. ¿Estará bueno? Tampoco lo conoce. Entonces me la quedo para ya luego buscarlo. Gracias.

4 comentarios:

  1. crees que los enamorados son amnésicos??? Tal vez si recordaran los dolores anteriores no se volvería a enamorar, tal vez sí lo son y como tu escritor necesitan del cuidado de algjuien...................ah¡ el moho en los ladrillos..................

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  2. Si yo creo que algo hay de eso en los enamorados. Ya no me acuerdo donde pero alguien dijo algo así como que el amor es una memoría educada o un olvido persistente. Algo así. Y por cierto en breve ya terminará todo este disparate. Y desde ahora lo digo: no se hacen excepciones. Ni para que insistas. Saludos

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  3. ¿ el final de la pecera ?, permíteme insistir, pero ¿qué pasó con la sirenita? me hubiera gustado saber en qué terminó

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  4. Da qué pensar eso de que escribir sea una forma de buscar la inmortalidad. Igual y sí y pues a mí también cuando escribo me da esa sensación de libertad. Como de amnesia. ¿Estas queriendo decir que la escritura debería de durar lo que un periodico o ya me lo saqué de la manga? Y bueno pues como usted empezó, ahora me aguanta un ratito (no es cierto), sólo una última pregunta ¿el narrador tenía tambien amnesia?

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¿y?