viernes, 11 de septiembre de 2009

El tiempo antes y después de papá Pedro.


-Tía, ¿se acuerda cuando íbamos a las albercas? Yo me acuerdo que estábamos chiquillos y que usted se ponía en la orillita a mojarse nomas los pies. ¿Por qué no se metía tía? Si hacia harto calor. Con lo que se antojaba andar debajo del agua. Y las cheves y la carnita. Le quedaban re buenos los frijoles a papa Pedro, ¿verdad? A usted, ¿sí le gustaba que le pusiera cerveza a los frijoles a la charra? Era bien tomador Papá Pedro.


-Yo sí salí bueno tía. Yo nomas cuando me invitan. Sí me he puesto una que otra pero con esas tuve. Acuérdese, no llegaba yo y me iba directito a su cuarto y le entregaba mi sobre, hasta fresco tenía todavía el pegamento. De lo que sí ha de acordarse, no se haga, cuando trajimos a Papá Pedro a rastras. Y al otro día cómo nos divertimos. Sí se ha de acodar, ¿no? Que me mandó a comprar la carne. Le quedaba bien sabrosa. No que la de ayer. No, sí como la de papa Pedro pocas, ¿verdad tía? Usted le ha de haber tocado cuando me ponía a que le diera sus madrazos cuando llegaba bien borracho. ¡Bien ganados que se los tenía! Sin un clavo y bien pedo. Pero pobre, qué quería que yo hiciera con el cinturón en la mano. ¡Chíngame hijo! ¡Ándale! Termina con lo poco que me ha dejado esta pinche vida. No me gustaba verlo a sí. Me acuerdo y se me atora el aliento en el gaznate. ¿Por qué habrá salido tan tomador si era muy buena persona?


-Si hasta su tele le compró. ¿Si se acuerda verdad tía? Claro que se acuerda. Fue cuando estuvo la de Calvario. Hasta papa Pedro que decía que eran para maricones se arrimaba aquí con nosotros. Usted sí es aguantadora tía. La Carmen me salió muy mala. Me pone jetas porque traigo el horario de noche. Ya me he cansado de explicarle que me va mejor en ese turno. Sí está uno sólo todo el tiempo y de no hacer nada el sueño se pone a chambear en lugar de uno. Pero… ¿qué se le hace? Aguantar. Chíngele mijo -me decía papá Pedro cuando ya me quería salir de ahí donde empecé a trabajar con el chino-. Ya tragó, ya engordó ahora le toca usted darle a su mujer y a sus chamacos. Papá Pedro, ¡sácame de este pinche pozo! Tía usted es bien aguantadora. No me haga esto tía.


-Ya muchacho. Mejor vallase. Descanse.

4 comentarios:

  1. Me impresionó. ¡pobre hombre¡¡¡ lo que me da más tristeza son los hoyos aquellos donde ya no hay ni siquiera ilusión o sueños, los hoyos a los que haz caído sin darte cuenta y de repente ya estás ahí pidiendo auxilio. Esa fosa ha de ser bien grande, he visto un buen de gente que ha caído ahí y siguen cayendo.

    ResponderEliminar
  2. Cierto: a mí me impresiona también la fragilidad de la vida.

    ResponderEliminar
  3. Sí, pero más me sorprende que la gente siga repitiendo ecos que suenan como malos consejos al oído, antes y ahora y después en lo mismo. ¿Quién romperá la cadena? ¿Quién se atreverá a dar un paso por donde no ha caminado ni su padre ni su tío?

    ResponderEliminar
  4. ¡Hola! Feliz inicio de semana. Este cuentito es muy triste, pobre muchacho, sus tios eran todo para él. Es cierto a veces la familiapuede ser una prisión de la que hay que escapar para crear nuestra propia familia. Aveces por comodidad o por miedo no hacemos nada, otras veces puede ser sincero ese sentimiento. Saluditos a los dos.

    ResponderEliminar

¿y?