lunes, 26 de octubre de 2009

Ménage à trois

Entonces dices que te metiste a la cama cuando él ya estaba dentro. Has de haber estado muy nerviosa cuando ella comenzó a tocarlos a los dos. Más si dices que nunca habías sentido algo así. Agrégale que ella tuvo primero a tu marido. Sus abrazos, sus besos, sus palabras al pie de la cama ya no se les olvidan.


Entiendo por qué la invitaste a tu casa. Hasta creo que la admirabas y la querías. No somos muchas las que piensan como tú. Pero aún así has de haber sentido mucho miedo de perder a tu esposo. Te portaste muy valiente. Así como dices que venía ya era una desconocida también para él. Con toda razón estaba nervioso cuando te escuchó platicar con ella; si ya desde el día anterior sintió que lo tocaba. Al verte tan resuelta a esperarla yo creo que recordó la seguridad que ella le daba y hasta a lo mejor ya empezaba a olvidarla o a temerla.


Aunque después hayas tenido que beber tragos de la botella que estaba encima de tu ropero para recuperar la cordura cumpliste al recibirla en tu lecho. Te atreviste a palpar sus venas endurecidas. Tocaste su cuerpo frío. Y puede ser que no necesitara pedirte nada como lo escuchaste de sus labios morados porque su caricia ya se había helado. Ahora había que llenar su vacío con las palabras. Tú hablabas por ella Su voz ya no se escuchaba y su presencia ya no consolaba. Aunque anhelaba el calor de tu sangre y la carne que se pega a tus huesos, se resignó. Había llegado a la cita como habían acordado días antes. No la pudiste ver porque estuviste cuidando a tus hijos. No sé si ella no sabía que estaba muerta porque la mirabas con los ojos con los que la viste la última vez. No sé si tú pudiste sentir su cuerpo frío trepando sobre ustedes porque tú eras la que había muerto.

1 comentario:

  1. Me ha gustado. Viene muy bien para la época. De verdad que no lo vi venir. Saludos.

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