jueves, 8 de octubre de 2009

La pecera

Capítulo XV

Hoy no puedo escribir nada. Ya tengo varias historias empezadas pero a mitad de la frase me detengo y puntos suspensivos. He vuelto al comienzo nuevamente. Mientras escribo suena el rumor de la calle, la gente que regresa de su trabajo, los niños que juegan, alguien está viendo una telenovela. La voz de uno de los personajes se mezcla con la de mi relato. Hoy no puedo concentrarme. Es misterioso eso de la escritura.

Había días en que las frases marchaban movidas por una música que no era de él. Otras, aunque lo intentará ,no avanzaba. Hoy era uno de esos días. Intentó iniciar las historias recurriendo al truco de los esquemas narrativos.

Suele verse, en el mundo de la televisión, en el cual el tiempo cuesta, al arte de narrar como ingeniería sentimental en el que cada situación está destinada a producir efectos sentimentales previamente fijados. ¿Cuáles son estos efectos? Desarrollemos una de las situaciones dramáticas para avanzar en el análisis. Para rasgar los hilos que la cubren.

Imagino una mujer tirada en su cama. Las paredes están tapizadas de posters de teen pop stars. El padre va a entregarle con una beatifica expresión en su rostro la membrecía de un club exclusivo. Toca la puerta una vez. Nadie responde. Vuelve a tocar. Silencio. Una vez más y la hija al intuir la presencia de su padre le pide que le traiga algo de comer. El padre cruza el umbral y encuentra a la hija sumida entre sus revistas. Espera unos segundos su atención. Continúa esperando. 1.2.3.4. 5 y nada. Truena los dedos. Busca la mirada de su hija. Finalmente emprende su primer ataque. Estamos a un paso de acercarnos a ella.

-Miriam hija, sabes lo mucho que tu madre y yo te queremos. Te tuvimos desde que eras chiquita. Cuando sólo te acomodabas aquí bajo mis brazos. Hija nosotros queremos que siempre nos tengas confianza y como sabemos que planeabas dejar de estudiar pero que finalmente has reflexionado y te has convencido de que tu carrera te va a abrir más oportunidades. Te felicito hija. Ahora sí creo que estás creciendo. Para que sepas el orgullo que me da que seas mi hija, tu madre y yo hemos decidido comprarte la membrecía del club. ¿Estas contenta? Desde hace tiempo yo ya me siento bien. No creo que necesite esa operación para la que había estado guardando el dinero. Felicidades hija.

-Sí pa. Qué mala onda. Pero está super lo de la membrecía. Es que todas las de mi nuevo salón están ahí y van a hacer un concurso y yo puedo ganar. Puedes creerlo. Ahora soy doblemente feliz. Tengo una membrecía y seré la mujer más bella de la ciudad. Es un evento super exclusivo. Sólo van los que realmente pueden. No sabes lo que esto significa para mi pa. Te quiero. Y a mama también. Nunca había sido tan feliz como ahora.

-No puedo esperar a verte con tu corona y la gente aplaudiéndote y yo estaré muy orgulloso de ver a mi hija. A mi bella hija. A la mejor hija que un padre podría desear.

-Ay pa…es que no es mala onda pero me suben los nervios cañon si están ustedes. Espero que entiendas. No creas que es por otra cosa eh. Yo los quiero a ustedes mucho y los admiro. Para nada me haría sentir mal que ustedes son gente humilde pero muy trabajadora y honrada. Porque no importa que no tengan dinero y casas y autos y yates y quintas y casas de verano en la playa, lo que importa es que nos tenemos. Somos familia. Cuanto los quiero. Me has hecho la hija más feliz.

Ahí la vemos tal y como es. Desnuda ya esperamos que nuestro pensamiento la penetre. Ella es una mujer ambiciosa y él es el padre dedicado. Ella se aprovecha de la dedicación de su padre. Cuando se trata de la situación dramática victima de la ambición el receptor experimenta la compasión que la hija no tiene por su padre. El argumento llevándolo a un extremo de simplicidad es la ambición redimida por la culpa y la obediencia. A ella le aburren los valores de los padres porque no le permiten obtener lo que ella quiere. Se le presenta una necesidad, se ve tentada, desobedece, sufrimiento de los padres, goce de ella, sufrimiento de la hija, sufrimiento de los padres, goce de alguien que no sea de la familia, sentimiento de culpa, arrepentimiento y sufrimiento de la hija, sufrimiento de los padres, goce de hija y padres para siempre y fin de las acciones.

Opera un sistema moral pasivamente. Se impone aceptando fatalmente la caída y la redención. El padre advierte a la hija lo que puede pasar si lo desobedece. No le habla alto, jamás la golpea, no la castiga, le pide que vaya a su cuarto, sólo tiene su dolor de padre, su resignación dolorosa y sedante, pues sufre por la futura desobediencia de su hija, pero consigue llegar al suspiro cuando confía en su arrepentimiento.

1 comentario:

  1. Ya regresó y continua. Patético ciertamente y muy chafa eso de las novelas. Te leeré. Saludos

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¿y?