miércoles, 24 de junio de 2009

Pacto


Vivo solo. Casi siempre como en lugares de comida rápida. He encontrado una en 20 de noviembre. Es una casa del centro de esas que tienen un patio grande con una fuente y galerías que conectan las diferentes habitaciones. Es un lugar muy modesto que tiene ese aire casero nada forzado, como si en realidad fuera un lugar dispuesto para los habitantes de la casa. Creo que eso, aunado a las plantas que hay el patio y la iluminación parcial le dan ese aire familiar que nunca me abandona. Además las que atienden parecen como si ya lo estuvieran esperando a uno, como si cuando cocinan pensarán en quien se lo comerá. Igual y no. Quizás me siento solo e invento esas tretas para sentirme parte de algo. Sucede que a veces me ofrecen hasta una porción de más de cualquiera de lo que contiene el plato.

Eso me hace acordarme de mi abuela. Memo hijito si quieres comer ya tengo algo, ándale, arroscito en lo que está el guisado. Qué delicia el olor que impregnaba la casa, cazuelas humeantes, botes de yogurt rebosantes de salsa, tortillas calientitas y ese sabor que luego descubrí era el de la manteca. Una torta de huevo frito en manteca y un café con leche mis platillos favoritos. Me encantaba ese sabor y ahora lo guardo como un amigo fiel. Qué extraño, pero cuando recuerdo ese sabor me siento feliz y me hace sentir menos angustiado. Ahora al escribirlo siento como si fuera un pacto de amistad. Quizás eso sea este diario: una promesa de amistad con mis recuerdos. Hoy será el último día de la semana que como aquí. Como ofrecen diferentes platillos, hasta 5 0 6, al final de la semana ya no están tan buenos. Hoy iré a hacer despensa por la noche.

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