domingo, 6 de diciembre de 2009

Topoi

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Hace un rato que he dejado de soñar con vuelos impulsados por el aletear de mis manos. Mis tan preciados sueños de juventud. Que ahora mis sueños se me presenten tan anodinos, tan jodidamente reales como para provocar el aplauso de un Naturalista o de cualquier escritorcillo comprometido, causa una impresión mucho más duradera e inquietante que cualquiera de mis otros sueños irrealizables.

Resulta que estoy dormido mientras viajo en un vocho por una de esas carreteras por la libre, las cuales aún tenían algún misterio. No las autopistas de ahora. Pero bueno, qué derecho tiene mi imaginación rural de estropear la de los springbrakers. Despierto fuertemente impresionado por el sueño en el que acabo de presenciar cómo violaban a la mujer por la cual sería capaz de matar a alguien, claro, desde lejos y con pistola, para eso ella tendría que zafarse primero. Es sólo un sueño. Vuelvo a cerrar los ojos y ahora me encuentro en el asiento 21 de un camión que he tomado en una ciudad del Norte rumbo al Sur.

Trato de abrir los ojos pero encuentro una resistencia semejante a la de tomar una dosis de Ketamina. Esa madre se la inyectan a los animales para dormirlos. Tienes visión de lo que ocurre pero no puedes moverte. Mueves los brazos, quieres abrir la boca, se te hace chicle, babeas. Pero tienes una noción del tiempo y del espacio. Veo el interior del camión en sombras, la luz que indica la hora y el día, las siluetas de los asientos y unas figuras indefinidas de lo que parece una hilera de hombres que se han agachado entre las filas de los asientos tratando de hacer su viaje menos incómodo.

Me sorprende que siendo un camión de primera clase haya subido a esos hombres. Me resulta incomodo volver a dormir con la mirada tan cercana. He perdido también la capacidad de escuchar. Los hombres que están al lado de mí rien y gritan pero a nadie más parece molestarle. A pesar de mi desconcierto intento volver a dormir llevándome sus últimas palabras y las únicas que he alcanzado a escuchar. A qué horas sale el solecito. Por cortesía estoy a punto de contestarle pero intuyo que esa respuesta será el inicio de una conversación para la cual no tengo ánimos. Cierro los ojos y los vuelvo abrir; los hombres han desaparecido.

2 comentarios:

¿y?