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Pinche sueño culero. Me levanto con una pesadez similar a la de haber visto pornografía durante horas. Todo idiota y sin querer hablar con nadie. Cualquier intromisión irrita mi humor, pero no puedo evitar escuchar las pláticas de siempre de mi amiga y su prima sobre la comida y las quejas del trabajo de la casa. En mi cabeza aún retumban los gritos de Akita. No vayas por ahí - le dije- casi tocando la imagen de lo que venía. Pero ella se fue confiada como siempre en la fuerza de su convicción. Por más que yo le diga que las convicciones nunca puede ser más fuertes que los músculos o la pólvora.
Yo me paralice porque el mundo me pesaba. Tan sólo abrir los ojos fue suficiente para sentir la fuerza que éste nos opone. Hasta mirar resultaba un acto heroico. ¿Será que la mente o el espíritu podrían darnos una vida más rica si tan sólo viviéramos lo suficiente como para lograr una cuadrilla de personajes? ¿Cerrar los ojos y el inconciente se encargaría de convertirnos en Aliochas, Werthers o Quijotes?
No es por ser mamón pero yo no cambiaría todas mis chaquetas mentales, mis horas sentado viendo la televisión, La Strada de Fellini, Las Fresas Silvestres de Bergman -aunque sean luz tirada a lo puro güey en mi espíritu temeroso-, vagar en una ciudad desconocida por mi teatro interior.
Sé que bien le quedaría a la próxima película de paranoia espectacular hollywoodense. A lo mejor lo que sucede cuando no estoy dormido no es muy diferente de cuando no estoy despierto, aunque por lo menos puedo pasarme por los huevos todo el platonismo y encender la televisión dentro de mi cueva
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